Movimiento Ciudadano

Segunda carta abierta a las y los mexicanos.

El 2024 nos va a poner a prueba a todos.

 

La elección del 2024 no se trata de elegir entre las dos alianzas que representan pasado. No se puede impulsar un cambio real recorriendo el mismo camino, con los mismos partidos y con los mismos personajes que ya le fallaron al país una y otra vez.

 

Hace más de dos años dije que el país tenía derecho a una alternativa que planteara soluciones a los problemas del presente, pensando en futuro. También dije que México no estaba obligado a decidir entre los que le fallaron a los mexicanos y los que prometieron cambiar la historia, solo para repetirla. Sigo convencido de esto.

 

El 2024 nos va a poner a prueba a todos y les aseguro que este Movimiento no va a traicionar a México. No vamos a traicionar nuestros principios. No vamos a traicionar nuestra palabra. No existe una sola razón para sumarnos a una alianza de impresentables y condenada al fracaso.

 

Movimiento Ciudadano es la única alternativa de futuro, por eso estamos entre los ataques del PRIAN y los juegos perversos del presidente. No nos preocupa, porque nuestra única responsabilidad es con México. Por eso escribo esta carta, para exponer las razones por las que competiremos solos en el próximo proceso electoral.

 

  1. No vamos a unirnos a los partidos que causaron la tragedia en la que está hundido el país.

PRI y PAN son corrupción e impunidad, son el Fobaproa, la crisis política del 2006, la Estela de Luz y la Casa Blanca. Son autoritarismo y represión, son la matanza del 68, Acteal, Ayotzinapa. Son ineficiencia, irresponsabilidad, son la absurda guerra contra el narco, los que desataron la violencia y la barbarie. Son pasado, el origen del viejo régimen, de la vieja política. Son, repito, los principales responsables de la tragedia en la que está hundido nuestro país.

 

  1. México luchó durante décadas para sacar al PRIAN, nosotros no les ayudaremos a regresar.

Nuestro Movimiento fue parte de esa lucha y logró derrotar a la vieja política en Jalisco, Nuevo León y Campeche; traerlos de regreso, sería traicionar al país, traicionar a quienes han confiado en nosotros, traicionarnos nosotros mismos.

 

Movimiento Ciudadano no convocó a los ciudadanos a cambiar la historia, para luego traicionarlos pidiéndoles que la repitan.

 

  1. La alianza de la vieja política está condenada al fracaso.

No se puede construir futuro con los partidos que mayor rechazo generan en la sociedad y que son, para los mexicanos, sinónimo de corrupción. Sería ingenuo pensar que se puede construir un proyecto ganador con los partidos que perdieron 23 gubernaturas en los últimos años. El PRIAN ganaba desde el poder y ahora, sin poder, no van a poder y van a perder.

 

  1. No volveremos a cometer el error de ir en alianza con los partidos del pasado.

En 2018 escuchamos la voz que clamaba por una unión de membretes, bajo el falso argumento de que era por el bien del país. Nos unimos a un frente nacional y las consecuencias fueron funestas: llevamos al Congreso a legisladores de otros partidos que terminaron entregándose al presidente y apoyando sus reformas más retrógradas; nuestro Movimiento tuvo uno de los peores resultados electorales de su historia, perdimos nuestra identidad y la confianza de la gente. Tardamos años en recuperarnos y en convertirnos nuevamente en una opción. No nos volveremos a equivocar.

 

  1. Vamos a garantizar que Movimiento Ciudadano siga siendo el mejor vehículo para las mujeres y hombres libres que han decidido luchar por México.

Jalisco, Nuevo León y Campeche son ejemplo de que, desde lo local, podemos ganarle a Morena y al PRIAN. ¿Para qué entregar todo el potencial de este Movimiento a los partidos del pasado y destruir el vehículo con el que podemos seguir luchando por nuestro país?

 

Vamos a mantener vivo a este Movimiento para la nueva generación de jóvenes que está transformando México:Luis Donaldo Colosio, Samuel García, Pablo Lemus, Mariana Rodríguez, Salomón Chertorivski, Biby Rabelo, Eliseo Fernández, Mónica Magaña, Jorge Álvarez Máynez, Anayeli Muñoz, Jessica Ortega, Marianela Villasuso y muchas y muchos liderazgos más en todo el país. Esta nueva generación no merece aparecer en la boleta con los emblemas de la vieja política.

 

  1. La alianza del PRIAN es una medida desesperada para recuperar el poder.

Tres de cada cuatro personas en este país rechazan su alianza. El PRI es la marca con mayor rechazo y la alianza se convirtió en su única oportunidad de sobrevivir. El PAN tuvo su oportunidad, ya gobernó y lo hizo mal. Para dos de cada tres mexicanos, un hipotético triunfo de esta alianza sería lo peor que le podría pasar a México.

 

  1. Movimiento Ciudadano es la única fuerza política que puede vencer a Morena.

Movimiento Ciudadano siempre gana sin alianzas. En el 2018 ganamos Jalisco de forma contundente; en el 2021 Samuel García arrancó en cuarto lugar y ganó por casi 10 puntos; Pablo Lemus y Juan José Frangie remontaron un escenario adverso en el Área Metropolitana de Guadalajara que nos permitió refrendar Jalisco; Luis Donaldo Colosio arrasó en Monterrey, y Eliseo Fernández y Biby Rabelo ganaron en Campeche, el estado vecino a la tierra del presidente.

 

  1. México considera a Movimiento Ciudadano como alternativa de futuro.

Las encuestas confirman que una gran mayoría de mexicanos están en contra de que nos unamos a las alianzas de la vieja política. Además, 6 de cada 10 personas nos consideran la única opción política distinta a los partidos del pasado. Si nos unimos a una alianza, dejamos a México sin opciones.

 

  1. Sumarse a una alianza es hacerle el juego a Morena y al presidente

Ni los votantes de Morena ni los indecisos quieren votar por la vieja política. Somos la única fuerza que le puede competir el cambio a Morena y, por lo tanto, los únicos que le podemos quitar votos.

 

Ir en alianza con la vieja política es regalarle votos al régimen y ayudarle a ganar la presidencia y mantener la mayoría en el Congreso. No vamos a permitir que eso suceda.

 

  1. Movimiento Ciudadano es la opción que México necesita.

Movimiento Ciudadano es una fuerza política con altos niveles de aprobación, la que menos rechazo genera en todo el país, la única fuerza que representa futuro y cambio, que tiene personajes nuevos, jóvenes, preparados, una agenda progresista y los mejores gobiernos.

 

El único dilema que existe es si van a seguir atacando a la única opción que puede ganarle a Morena en el 2024, el 2027 y el 2030.

 

Estás son las razones por las que en el proceso electoral de 2024 participaremos sin alianzas con los partidos del pasado. Pero también quiero compartir mis razones personales.

 

Quiero comenzar recordando que he visto a millones de mujeres marchando para defender sus derechos, las he escuchado exigirnos a los hombres convertirnos en desertores del patriarcado y tienen razón en su llamado. Pero al escucharlas, también entendí que, cuando mi generación le falló a México, cuando la clase política con la que crecí traicionó a México, la única alternativa que tenía era precisamente esa: convertirme en un desertor del viejo régimen. Lo hice y estoy orgulloso de mi decisión.

 

Tengo 72 años, más de cincuenta dedicado a construir un mejor país, hoy quisiera estar en mi casa, con mi esposa, con mis hijos y mis nietos, pero mi sentido de responsabilidad no me lo permite, porque la vergüenza que me provoca ser de esa generación que le falló al país, no me deja descansar tranquilo, por eso me he concentrado en trabajar para dejar a México en manos de nuevas generaciones que no cometan los errores que cometimos en la mía. Por la misma razón, es que hace mucho tiempo dejé de escuchar a las mesas del poder y decidí construir desde lo local.

 

Apostar por el futuro nos ha expuesto a presiones externas, sé que habrá costos que tendremos que pagar, no me asusta. He pagado hasta con mi libertad la decisión de enfrentar al régimen. Estoy convencido de que es momento de dar una alternativa a millones de mexicanos que hoy se sienten olvidados y traicionados por la vieja política, construir un proyecto de futuro en lugar de tomar el camino fácil y de la complacencia.

 

El 2024 nos va a poner a prueba a todos. Y en este Movimiento estamos decididos a cambiar la historia, no a repetirla.

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Andrés Manuel, después de haber caminado juntos durante tanto tiempo, sería absurdo de mi parte no reconocerte virtudes, pero aún más olvidar tus excesos. ¿Recuerdas cuando, después del fraude electoral del 2006, te propuse el plantón de Reforma y decidiste modificar la estrategia y extenderlo hasta el Zócalo bajo la consigna “voto por voto, casilla por casilla”? En aquel entonces te dije que el paso siguiente era prepararnos para la elección presidencial de 2012 y que teníamos que comenzar por enlistar diez errores cometidos en campaña. “¿Fueron tantos?”, preguntaste. Te respondí que fueron muchos más, pero que bastaba con que reconocieras diez. Tu incapacidad para aceptar errores y rectificarlos es uno de tus mayores defectos.

En 2006 perdiste, entre otras cosas, por no asistir al debate, por no darle su lugar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, por no dialogar con los empresarios, por enfrentar a los medios de comunicación, por el penoso «cállate chachalaca» que le dedicaste al personaje que ahora representas, por hacer caso solo a tus encuestas, porque no le tuviste confianza a la estructura electoral de tu coalición y porque tu estructura paralela falló.

En el 2012 no ganaste porque seguiste tomando decisiones equivocadas, entre otras, la de reincorporar al grupo que hizo mal su trabajo en el proceso anterior, incluido un famoso asesor sudamericano que te exhibió pidiendo millones. Nuevamente decidiste abrazar la cerrazón y cometiste los mismos desvaríos.

Para la campaña de 2018 no te quedaba de otra: o cambiabas el sentido de la estrategia o no serías presidente. Rectificaste el tono del discurso y ganaste la confianza de empresarios gracias a la intervención de Alfonso Romo, estableciste un vínculo con los medios de comunicación y otros poderes fácticos. Escuchaste, acordaste y por eso ahora eres presidente.

El camino de la derrota es tan estrecho que apenas si cabe el candidato. Por el contrario, el camino de la victoria es tan amplio que están presentes 30 millones de ciudadanos y, sobre todo, aquellos que te hacen creer que ganaste solo, los que te garantizan lealtad ciega y la sinrazón de atender, sin reparo alguno, decisiones absurdas que dañan a la democracia, a la justicia y a México.

Andrés Manuel, sé lo que estás haciendo, estás construyendo la oposición que necesitas, la que conviene a tus intereses, pero no la que necesita el país. Esto no es lo que se espera de un jefe de Estado con altura de miras.

Cuando asumiste la presidencia dije que nuestro Movimiento te daría todo el apoyo para que sentaras las bases de tu gobierno, desafortunadamente, lo que has hecho es construir, con las formas tradicionales de operación política, las condiciones que necesitabas para secuestrar al Congreso, capturar al Poder Judicial y restituir la presidencia imperial.

Con profunda ingenuidad, PAN y PRI aprobaron las reformas que te permiten coartar la libertad de quienes disientan contigo o se opongan a tus intereses y, además, controlar al Poder Judicial.

Frente a este atentado a la democracia y a la división de poderes, los empresarios, desesperados y ofendidos, y los dirigentes de partido, ofuscados y desconcentrados, no logran entenderte, ni estudiarte, ni analizarte, ni valorarte como el ser político que eres. Los tienes totalmente desorientados.

Los provocas permanentemente para que sigan aturdidos: liberales contra conservadores, buenos contra malos, honestos contra corruptos, amigo del pueblo bueno contra la mafia del poder. Lo lamentable es que, sin excepción alguna, todas esas fuerzas de representación real han aceptado tu desafío de “conmigo o contra mí”. No advierten que tu objetivo es contrastarlos con un gobierno que, aunque inoperante, es cercano a la gente. Por esa razón no procuras acuerdos, insistes en diferenciarte de ellos, es tu timbre de orgullo, te sientes honrado y procuras cercanía con un pueblo que rechazó la forma en que ellos gobernaron los últimos 18 años.

Desde la presidencia, elaboras partituras de sinfonía, mientras que algunos empresarios, dirigentes y políticos tradicionales responden con notas desafinadas. Con candidez aceptan todos los escenarios que prefiguras y, para convencerse de que son oposición, cuestionan todo y te rebaten en sus discursos, aunque, paradójicamente, también te entregan sus votos en momentos en que deberían demostrar con hechos que son una oposición responsable. No lo son, eso ha quedado claro.

Desafortunadamente, hoy nuestro país tiene a la generación de dirigentes más mediocres y torpes de la historia. Acostumbrados a ser depositarios de un poder derivado, es decir, el que se delega de arriba hacia abajo, no saben como reaccionar y no pueden comportarse a la altura del momento que vivimos porque no entienden lo que significa el poder generado, ese que se construye de abajo hacia arriba, el que se gana con esfuerzo y trabajo propio.

Veo como los induces a cometer constantes y penosos errores, lo logras porque conoces a la perfección las viejas formas del sistema. Insisto, me parece increíble, pero con que facilidad ganas cada una de las partidas, aunque no sea para el bien de México, sino con ánimo de desquite y disfrute del abuso de poder.

Los mensajes en torno a tu injerencia en el proceso electoral, sea a través de la revocación de mandato —que maliciosamente interpretas como una ratificación—, con la consulta que el presidente de la Suprema Corte de Justicia te obsequió, con tus ruedas de prensa matutinas y la discusión en torno a su prohibición en tiempos electorales, amenazando con desaparecer a los órganos autónomos, intimidando y organizando un linchamiento público contra la Auditoria Superior de la Federación —nada más la entidad encargada de cuidar la forma en cómo utilizas el dinero de la gente—, o bien reuniéndote públicamente con los candidatos de tu partido para manifestarles apoyo, son más distractores, parte de tu estrategia para provocar a la sociedad civil y a las organizaciones sociales, y desconcentrar a dirigentes de partidos tradicionales.

Lo trágico es que la solución que encontraron fue exactamente la que necesitabas y prácticamente pediste: se unieron contra ti. El BOA que anunciaste y denunciaste con oportunidad, es hoy una realidad. Empresarios indignados y dirigentes nacionales desubicados, decidieron reeditar el pacto por México, se les ocurrió que la mejor forma de hacerte frente era unir a los partidos que representan corrupción, abuso de poder e impunidad.

Vale la comparación, los veo bailar de cachetito, la diferencia es que tú marcas el paso en semejante dislate.

Qué decir de los intelectuales, analistas y dirigentes empresariales que, ofendidos y desesperados, sin experiencia política electoral y aturdidos por la avalancha de acciones, normas y acuerdos que utilizas para aislarlos, marginarlos, acosarlos e intimidarlos desde el poder presidencial, consideran a la coalición un vehículo para hacerte frente y ser contrapeso. Tú y yo sabemos que no hay nada más alejado de la realidad.

La Coalición Va por México es la oposición que querías y necesitabas. Una oposición construida por los partidos que la gente alejó del poder. Una oposición por la que los mexicanos conscientes no van a votar. Una oposición con la que pretendes seguir siendo amo y señor del Congreso.

No han entendido que la única alternativa para detener tu obsesión autoritaria es la reivindicación ciudadana, que solo los ciudadanos pueden ser el antídoto contra Morena, un partido que no existe sin ti y que sirve solo para servirte.

Lo he dicho desde el primer día de tu gobierno: no somos golpistas, pero tampoco cómplices, no vamos permitir los retrocesos históricos que estás llevando a cabo.

Deseo que concluyas tu encargo como todos los presidentes anteriores, pero no me quedaré callado mientras sigas comportándote como ellos y, en algunos casos, peor que ellos.

Nuestra lucha es procurar el cambio para ser mejores, no para dejar de ser; para que la democracia se fortalezca; para devolverle la autonomía y la dignidad al Congreso; para revertir la captura del Poder Judicial.

Nuestra lucha es para salvaguardar el derecho de todos los mexicanos a vivir en paz y en libertad; para que México tenga una alternativa tanto a tus obsesiones, excesos y abuso de poder, como a los partidos que ya fallaron y siguen cometiendo los mismos errores.

Nuestra lucha no es contra ti, es contra lo que has decidido representar, para que no instaures una presidencia imperial.

Nuestra lucha es por México.

 

Atentamente,
Ciudad de México, febrero 28 de 2021.
Dante Delgado
Senador de la República

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Han pasado más de dos años desde que escribí la primera carta. No esperaba que dieras una respuesta, pero sí desee, por el bien del país, que hicieras un cambio en tu gobierno. No sucedió ninguna de las dos cosas.

Por el contrario, tus arrebatos te llevan, otra vez, a intentar quebrar el estado de derecho. Tu afán por militarizar la seguridad, para ocultar el fracaso de tu estrategia, te llevó al absurdo de querer, por decreto, violar la Constitución. No te lo vamos a permitir.

Aunque a estas alturas parezca ocioso seguir hablándote de visión de grandeza, de diálogo, de respeto, de construir a partir de consensos, de construir un cambio en serio, lo seguiré haciendo porque es lo correcto, lo responsable y lo que el país necesita.

Es evidente que tú y la oposición que moldeaste a conveniencia están empeñados en la confrontación, en la división, en la lucha del poder por el poder. Están obstinados en seguir por ese camino que te fortalece, que a ellos empequeñece todavía más y que está provocando un terrible daño a México.

A pesar de todo, sigo escribiendo, te sigo escribiendo, porque se tiene que decir la verdad, se tiene que trabajar por la verdad, denunciarte, contenerte, impedir que sigas apuntalando a ese viejo régimen que en otro tiempo juraste combatir. La contradicción se volvió parte de ti.

Entre seguir siendo líder social o convertirte en presidente, te decidiste por los aplausos de plaza, por los números de las encuestas, por las voces que te adulan al oído y por esa sensación de grandeza que siente quien tiene el micrófono en las manos. Habría esperado que el camino andado, las vicisitudes enfrentadas, los eternos recorridos por el país, hubieran llevado a la presidencia a un hombre sabio, no a uno con tantos desencuentros y rencores.

Te afanaste en ser popular y no el líder que necesita el país, solo espero seas consciente de que esa popularidad está costando demasiado y que quien está pagando son las y los mexicanos.

Sé que tienes una animadversión hacia la ciencia, a la academia, al pensamiento, pero hoy más que nunca se vuelve necesario regresar al conocimiento. Te recomiendo leer a David Owen, uno de muchos autores que han trabajado el concepto de la hybris, la enfermedad del poder, para explicar la sinrazón con que actúan algunos gobernantes.

Owen dice que la enfermedad tiene estos síntomas: narcisismo, frivolidad, vanidad, grandilocuencia, absolutismo, autoelogio, pedantería, omnipotencia, megalomanía, arrogancia, impulsividad, aislamiento, obstinación, incompetencia. Basta escucharte en una mañanera para darse cuenta que tienes todos, que la hybris se apoderó de ti y acabó con el personaje que construiste cuando eras candidato.

Sentado en la cúspide del poder te niegas a escuchar razones, te amparas en la fe ciega de la gente que aún cree en ti, pero olvidas que la historia emitirá su juicio y estoy seguro que no será benevolente.

En la cuarta carta te advertí que lo que estabas haciendo con la justicia era un acto de traición a la patria, que la embestida contra el poder judicial que estabas realizando, en complicidad con el presidente de la Suprema Corte de Justicia, era un acto de traición.

Ahora, con la amenaza de entregar, por decreto, la Guardia Nacional a la Sedena, contraviniendo lo establecido en la Constitución cometes una nueva traición.

Te traicionas a ti mismo, porque haces lo contrario a lo que prometiste durante años de campaña, porque haces lo que intentaron dos presidentes antes que tú y porque cuando ellos lo intentaron fuiste un férreo opositor.

Traicionaste el voto de confianza que te dimos cuando en el Congreso aprobamos la Guardia Nacional, traicionaste tu promesa de regresar al ejército a los cuarteles, traicionaste la promesa de cambiar la estrategia de seguridad, traicionaste tu promesa de pacificar al país, traicionaste la expectativa de cambio que provocaste en millones de personas, pero hoy cruzaste todos los límites, traicionaste el juramento presidencial de hacer cumplir la Constitución.

Te autonombraste juarista por la admiración que tenías por el pensamiento y obra de Juárez, lo invocas a la menor oportunidad, lo pones como ejemplo, lamentablemente te empeñas en actuar como él jamás lo habría hecho. Juárez dijo que la ley era su espada y su escudo, para ti es un estorbo.

Juárez sostuvo que no se podía gobernar a base de los “impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes”, mientras tú exclamaste, con prepotencia, irresponsabilidad y soberbia, “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”.

Juárez insistió en que “el primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley”, en que su deber era “hacer cumplir la ley no sólo con medidas del resorte de la autoridad, sino con el ejemplo”, y que aquellos que no pueden soportar el yugo suave de la ley, se empeñan en destruir el sistema federativo, sustituyéndolo con el poder absoluto.

Por esto y más, Juárez fue un gigante, mientras que tú sigues administrando la decadencia del sistema; en lugar de transformarlo y relanzar al país con una visión de grandeza, te convertiste en paladín del viejo régimen.

Mientras que de la hybris tienes todo, de Juárez no te quedó nada.

Los lamentables acontecimientos de violencia sucedidos en diferentes estados del país en días recientes, son el claro ejemplo de que la estrategia elegida es incorrecta. Que la violencia se haya dirigido a tiendas Oxxo, farmacias y otros comercios es consecuencia de no advertir el peso de las palabras, ataques y descalificaciones que de manera irresponsable has hecho durante tanto tiempo.

Tu traición es en vano porque la crisis de seguridad no se va a resolver rompiendo el orden constitucional. El fracaso de tu estrategia no se va a ocultar violando la Constitución. El incremento de la inseguridad y de la violencia no se va a detener militarizando, aún más, la seguridad pública. Has tenido cuatro años para brindar los resultados prometidos, no has cumplido y estás lejos de hacerlo.

Sin importar que en el discurso intentes crear culpables, trasladar la responsabilidad a otros y evadir la tuya, estamos en este lugar por las decisiones que tomaste, porque le has dado más relevancia a inaugurar cuarteles que a construir una verdadera política de seguridad pública. No has apoyado a las policías estatales y municipales, que requieren depuración, capacitación y recursos suficientes para garantizar la seguridad pública en el país.

El decreto con el que amenazas es un distractor más, un intento desesperado para deslindarte de las consecuencias de tus malas decisiones y el fracaso de tu estrategia, porque las crisis no se resuelven por decreto, los errores no se corrigen por decreto, tu responsabilidad en la crisis de seguridad no desaparecerá por decreto.

Esta vez tus errores no te costaron elecciones, están costando vidas.

Andrés Manuel, traicionaste tu promesa de no militarizar la seguridad, traicionaste tu juramento de defender la Constitución y no es cosa menor porque cuando traicionas tu juramento, traicionas a la nación, traicionas nuestra historia, traicionas los principios democráticos y de justicia sobre los que se construyó este país, traicionas la confianza, la fe que algunos todavía te tienen, traicionas a la ciudadanía, traicionas la esperanza.

¿Sabes qué otra frase se le atribuye a Juárez? “Malditos aquellos que con palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan”.

Andrés Manuel, la traición a la patria que estás cometiendo no va a prosperar, pero nunca se nos va a olvidar.

 

Atentamente,
Ciudad de México, agosto 15 de 2022.
Dante Delgado
Senador de la República

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Andrés Manuel, saca las manos del proceso electoral, México necesita que seas presidente, no el líder de Morena.

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Andrés Manuel, durante el último año te invité a recapacitar sobre lo que significa ser presidente de la República. Movimiento Ciudadano te dio un voto de confianza para que sentaras las bases de tu gobierno, porque lo contrario habría sido irresponsable y mezquino.

Sin embargo, no tardaste en demostrar que estabas decidido a transitar por el camino equivocado. Te he advertido sobre los errores, los excesos y las malas decisiones que has tomado de manera reiterada y sobre las terribles consecuencias que harías padecer a millones de mexicanos. Decidiste no escuchar y mantenerte firme en la decisión de llevar a México de vuelta a un pasado ominoso, retrógrada, autoritario y antidemocrático.

La tragedia de tu administración es que eres perseverante en el error, obstinado en la sinrazón y obcecado sin importar las consecuencias. Señalé el riesgo de sembrar vientos, no escuchaste y ahora México está padeciendo las tempestades que desataste.

México necesita un presidente de la República que se dedique a trabajar y dar resultados, pero estás empecinado en que es más importante lo que se dice que lo que se hace, por eso construiste un gobierno de peroratas e ineficiente en la acción. Andrés Manuel, dices mucho y haces poco.

El problema no se limita a tu obsesión por la aclamación del público, también estriba en que preferiste ser dirigente de Morena, su principal propagandista, abandonando la responsabilidad de ser presidente, jefe de gobierno, jefe de Estado. Esa es la razón de que tengas un gobierno mediocre.

Después de casi tres años, te has negado a advertir que el país está cada vez peor, sigues sin asumir que la responsabilidad de gobernar es tuya, te has esforzado en buscar a quien culpar, a encontrar responsables en el pasado y no soluciones dentro del gobierno.

Te asumes como líder de una facción, renuncias a cumplir con tus responsabilidades constitucionales, pero usas y abusas de todos los instrumentos que otorga el poder institucional.

Utilizas de manera facciosa el poder presidencial para manipular a tus aliados en el Poder Legislativo, a quienes públicamente ordenas aprobar tus instrucciones sin siquiera modificar una sola coma.

Todos los días haces un ejercicio para lograr la captura del poder judicial, ayudado por la sumisión del presidente de la Suprema Corte. Apenas hace unos días lo citaste en Palacio Nacional, ¿de qué hablaron? ¿De la Ley Zaldívar? ¿De la violación constitucional? ¿De tu necesidad de tener jueces a modo? ¿Lo convocaste para darle instrucciones en torno al ejercicio antidemocrático que estás realizando en este proceso electoral?

Lo he dejado claro una y otra vez: no vamos a permitir la captura del Poder Judicial. Exijo que rectifiques, que asumas tu responsabilidad, que cumplas con lo que establecen las leyes, que no las violentes. Actúa como jefe de Estado, como estadista, no como merolico de pueblo.

Entiende que eres responsable de garantizar el derecho a la vida, libertad y patrimonio de todos los mexicanos, y no lo estás haciendo.

Tu renuencia a asumir a cabalidad tus responsabilidades como jefe de Estado está costando vidas.

Miles de seres humanos están muriendo a causa de tu irresponsable manejo de la pandemia, miles de mexicanos están siendo asesinados por la violencia que decidiste no enfrentar con determinación, miles de mexicanos son desaparecidos porque decidiste mantener una política de seguridad pública y combate a la delincuencia organizada que no funcionó con Felipe Calderón, que no funcionó con Peña Nieto y que no está funcionando contigo.

Por eso te responsabilicé del asesinato de nuestro compañero Abel Murrieta, candidato a presidente de Cajeme, en Sonora.

Abel fue un ser humano intachable que asumió su responsabilidad como servidor público y como ciudadano, combatió con valor y entereza a la delincuencia. Dio su vida haciendo su trabajo, mientras tú sigues en campaña. Por eso eres responsable de su asesinato y del de todas las víctimas del crimen organizado.

Eres responsable, no culpable como tanto te preocupó aclarar.

Pero de lo que sí eres culpable es del clima de crispación que impera en la vida nacional, ocasionado por los ataques que diriges contra quienes no te ofrecen lealtad a ciegas, como absurdamente lo has exigido.

Eres culpable de violentar permanentemente la Constitución que juraste guardar y hacer guardar.

Eres culpable de la captura del Poder Judicial y de la penosa sumisión de tus aliados en el Poder Legislativo.

Eres culpable de pervertir la justicia, de utilizar a la Fiscalía General de la República y a la Unidad de Inteligencia Financiera para que integren carpetas a modo en contra de tus adversarios.

Eres culpable de intervenir indebidamente en los procesos electorales.

Me recuerdas a Porfirio Díaz cuando se levantó en armas en Tuxtepec, bajo el lema “que se respete la no reelección y esta será la última revolución”, pero años después tuvo que huir del país por haber violentado, solamente en siete ocasiones, su principio antirreleccionista.

Traicionaste tus palabras, principios, al personaje que muchos ayudamos a construir y que hoy estás empeñado en destruir. Tu fracaso será el fracaso del país.

Andrés Manuel, saca las manos del proceso electoral, porque lo que estás haciendo es abuso de poder. Estás interviniendo en un campo que te está vedado. Abstente de seguir violando la Constitución y la legislación que te impide participar en los procesos electorales.

Sé que estás desesperado por la caída de Morena en las preferencias electorales y que estás profundamente mortificado por el crecimiento acelerado de Movimiento Ciudadano, porque en Nuevo León, Jalisco, Campeche, Ciudad Neza y muchos lugares más te estamos arrebatando triunfos que dabas por ganados.

Estás desesperado, aturdido y desquiciado por la falta de resultados. Estás actuando facciosamente, como jefe de grupo, de pandilla.

Lo que obligaste a hacer a la Fiscalía General de la República para interferir en la elección de Nuevo León no tiene nombre, rebaja y pone en entredicho la confianza en una institución cuya obligación es velar por la justicia.

Violas la ley, al menos por dos razones: porque estamos en medio de un proceso electoral y porque la presunción de inocencia es un mandato constitucional.

Es evidente la motivación política del comunicado en que la FGR anuncia una investigación contra nuestro candidato Samuel García. El escueto texto tiene como propósito manchar la intachable trayectoria de Samuel, así como influir de manera negativa en el electorado.

La trampa es que por ley ninguno de los detalles que se sugieren en el comunicado puede ser público. Aplicaste la máxima: “difama, que algo queda”.

Insisto en lo dicho hace unos días en Nuevo León: Samuel García tiene todo nuestro respaldo. No vamos a permitir ningún atropello de tu parte. Estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para construir la alternancia democrática que está exigiendo el país.

No voy a permitir, ni como coordinador del grupo parlamentario, ni como Senador de la República, ni como ciudadano de nuestra patria, tu abusiva intervención en ésta ni en ninguna otra elección.

Convoco a la FGR a que resista tus embates y actúe a la altura de la responsabilidad que tiene por ley, a que sea un instrumento de la justicia y no al servicio del poder en turno.

Convoco a mi amigo José Agustín Ortiz Pinchetti a que honre su trayectoria, a que no sucumba ante el afecto hacia un presidente que está extraviado y que abusivamente está vulnerando la autonomía de las fiscalías.

De la Unidad de Inteligencia Financiera no hay nada que decir, pues evidentemente actúa de acuerdo a tus instrucciones. Tengo claro que usas a la UIF como espantapájaros, nada más que con Movimiento Ciudadano no vas a poder, porque nosotros somos águilas.

Siempre declaras que no eres igual a presidentes anteriores, pero te comportas de la misma forma, usando el poder con fines facciosos, utilizando a las instituciones para perseguir a quien difiere contigo, violentando el estado de derecho para romper principios democráticos fundamentales, estás pervirtiendo la vida pública como no lo hicieron ni siquiera los peores personajes del viejo PRI.

Andrés Manuel, hoy la mafia del poder eres tú.

Concéntrate en gobernar, porque en Nuevo León vas a topar con pared, porque es tierra de hombres y mujeres valientes, dispuestos a luchar, y no los vamos a dejar solos.

A pesar de que ha sido notoria la perversión con la que actúas, nunca imaginé que fueras capaz de intentar bajezas como las que hicieron contigo en 2005 y 2006. Hoy veo con profundo pesar que eres capaz de todo, incluso de utilizar a la FGR para intentar sacar a un candidato de la contienda. La misma estrategia que Vicente Fox usó contra ti.

No dejaré de exigirte que cumplas con el mandato constitucional que recibiste del pueblo, que trabajes por la unidad nacional, que seas presidente, un buen presidente.

No permitiré que, con ejercicios facciosos de poder, arrebates Nuevo León como a ti te arrebataron la presidencia en 2006.

 

Atentamente,
Ciudad de México, mayo 17 de 2021.
Dante Delgado
Senador de la República

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En Movimiento Ciudadano decidimos no participar en las coaliciones de los partidos políticos tradicionales porque seguimos pensando en México.

Estamos convencidos de que el país tiene derecho a una alternativa que plantee soluciones a los grandes retos del presente, pensando también en el futuro. Una alternativa con la capacidad de escuchar, dialogar y actuar con responsabilidad y sensatez.

Una alternativa que tenga claro que las causas son más importantes que los partidos. Una alternativa que entienda que es inaceptable ganar una elección sacrificando los ideales, la palabra y la dignidad. Una alternativa que no represente el pasado, ni el del presidente ni el de los partidos de siempre.

Nuestro Movimiento decidió no participar en ninguna de las coaliciones que formaron los políticos tradicionales porque México no merece estar obligado a decidir entre los que le fallaron a México y los que prometieron cambiar la historia, aunque lo único que han hecho sea repetirla.

Porque lo que vamos a vivir en este proceso electoral no es otra cosa que el enfrentamiento entre los cinco partidos que, en coalición o de facto, decidieron sumarse a Morena para entregarse al presidente contra los tres partidos que formaron la coalición Va por México. Esos dos bloques quieren que el país crea que solo puede decidir entre sus dos visiones. Y no es así.

Estas coaliciones, de principios e ideologías antagónicos, tienen poco o nada que ofrecerle a México. En el pasado, prácticamente todos los partidos de oposición nos unimos para enfrentar al PRI, derrotarlo y procurar alternancia en diferentes estados. En ninguno de los “triunfos” obtenidos se lograron prácticas de buen gobierno. Quienes llegaron al poder se comportaron igual o peor.

El problema es que no se trata de que unos u otros ganen una elección, sino de empujar un proyecto de país común para lograr una transformación real, cosa que no se logrará con una simple unión de partidos de origen, ideario y agendas fundamentalmente opuestas. Una suma de emblemas sin proyecto, en la que además se excluye a los ciudadanos, estará siempre condenada al fracaso.

Sin importarles esta realidad, los partidos de siempre se unieron una vez más, cometiendo la aberración de incluir al PRI, pero ahora para enfrentar y derrotar al poder en turno. No son una opción para los ciudadanos porque no los une un proyecto ni una idea de país, sino la ambición de recuperar el poder perdido. No ofrecen nada distinto, sino más de lo mismo. En este enfrentamiento de partidos los que siempre pierden son los ciudadanos.

¿Qué pueden ofrecer los partidos tradicionales si son responsables de la terrible tragedia en la que está hundido el país? Su coalición representa 18 años de Gobiernos fallidos, el Pacto por México, el inicio de la guerra contra el narco, miles de seres humanos asesinados y desaparecidos, Gobiernos corruptos, injusticia e impunidad.

Es absurdo que presuman como un gran logro la suma de emblemas, por todo lo que significan sus historias y contradicciones.

La pretensión de justificar la coalición electoral con el argumento de que solo así se logrará frenar, desde la Cámara de Diputados, la obsesión autoritaria del presidente, además de un sinsentido, es la negación de sus inconsistencias institucionales. No pueden remediar, ni con discursos, ni con esta medida desesperada, el haberse comportado como aliados funcionales del Gobierno, ¿por qué vamos a regresar a ese pasado argumentando que estos dos años son terribles, cuando en realidad han apoyado las reformas más regresivas del presidente? Es absurdo que afirmen que se unen para que en el futuro no suceda, lo que ya permitieron en la presente legislatura.

Los mexicanos saben que los actuales dirigentes de los partidos históricos están alineados, en los hechos, a la estrategia presidencial. Y que, ante la inminencia del proceso electoral, lo único que se les ocurrió fue traicionar sus causas de origen, para unirse a quienes antes consideraban sus adversarios históricos.

Le están apostando a unirse, sin entender que al hacerlo lo que ofrecen es una multiplicación de fracasos, escándalos, corrupción, impunidad y el rechazo que generan cada uno de ellos. Es evidente que las cúpulas partidistas tienen extraviada la brújula.

“Se están organizando para quitarle la mayoría a la actual mayoría, para que ellos, la anterior mayoría, esa de la que apenas nos libramos, recupere su mayoría”, me dijo Sofía, una joven que entiende que ninguna de las dos coaliciones es lo que México necesita.

Del otro lado, ¿qué puede ofrecer la coalición del presidente si en poco más de dos años la promesa de cambio se convirtió en decepción y desesperanza? Sé que es poco tiempo para dar resultados, pero lo cierto es que este Gobierno entendió la transformación como una vuelta a las ideas y soluciones del pasado. Siguen gobernando los mismos personajes, respondiendo a los mismos poderes fácticos, recurriendo a las mismas estrategias fallidas, gozando de los mismos excesos y privilegios.

Su coalición está secuestrada por militantes de la vieja guardia de los partidos tradicionales, que no tienen ni la visión ni la capacidad para responder a los nuevos problemas del país. Por eso no es de extrañar que su idea de gobierno esté anclada al pasado, que se aferre a decisiones que no responden a la responsabilidad que tienen de cambiar la realidad del país. La falsa transformación que proponen es regresiva.

En el ejercicio del poder han conculcado derechos ciudadanos, debilitado el federalismo, eliminado contrapesos legislativos y capturado al Poder Judicial, con el propósito de regresar al centralismo y restituir la presidencia imperial.

Pretenden que la contienda electoral sea entre los que quieren recuperar el poder y los privilegios perdidos, frente a los que quieren mantener los que ganaron.

Ninguno de ellos está buscando reencontrarse con el país, con la democracia, con un régimen socialdemócrata, igualitario y plural. Ninguno está pensando en México porque sus objetivos son derrocar o entregarse al presidente. Son las mafias de siempre disputándose el control del país.

Por el contrario, somos millones los mexicanos que nos sentimos agraviados por la confrontación permanente que se incita desde Palacio Nacional, pero que tampoco olvidamos lo que hicieron los partidos que promovieron y suscribieron el Pacto por México.

No vamos en la coalición del presidente porque los problemas del pasado no se resuelven con más pasado, porque nos oponemos a la barbarie antidemocrática que ha desatado en el país y porque no vamos a tolerar la restitución de una presidencia imperial.

No vamos en la coalición de los partidos que no han sabido ser oposición porque es un sinsentido. No tienen una idea de país, no están abriendo espacios para los ciudadanos, ni siquiera para los perfiles más preparados dentro de sus partidos, no están pensando en México y esa es la razón por la que los dirigentes del PAN y el PRI están repartiendo las candidaturas entre sus incondicionales, sin entender que esa fue la razón de que el PRD esté hoy al borde de la extinción. Condenados al fracaso electoral, se están repartiendo, con miopía y mucha ambición, los restos de un navío próximo a naufragar.

México merece más.

No vamos en ninguna coalición porque, frente a la obsesión del presidente por acabar con los liderazgos nacionales y regionales, los partidos históricos le responden intentando reempoderarse ellos mismos y no a los ciudadanos.

No vamos en ninguna coalición porque tomamos la decisión de no ser la oposición que le conviene al presidente, por el contrario, nosotros elegimos construir la opción que México necesita.

Una alternativa que brinde espacios a ciudadanos sin partido, que sea diametralmente opuesta al pasado que representan los partidos de siempre y al pasado decimonónico de Andrés Manuel.

Una alternativa que prioriza la colaboración, el diálogo, la construcción, pero también con un amplio sentido de responsabilidad para señalar los errores del Gobierno y oponerse de manera firme a los excesos que cometa.

Una alternativa que comprende que la única alianza posible es con los y las ciudadanas, con las ideas, con las causas, con la convicción de atender los problemas de hoy, pensando en el mañana.

Una alternativa que entiende que esta elección es el momento en que se comienza a construir la ruta para que, en 2024, los mexicanos puedan realmente transformar al país.

Hoy México tiene una alternativa: Movimiento Ciudadano.

 

Atentamente,
Ciudad de México, marzo 7 de 2021.
Dante Delgado
Senador de la República

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Andrés Manuel, lo que le estás haciendo a la justicia es un acto de traición a la patria.

Francisco Bulnes escribió que “no es necesario tener a un hombre cinco o diez años en la cárcel para aterrorizarlo, basta que sepa que lo pueden tener preso a perpetuidad arbitrariamente o por seis meses, para doblegarlo y hacerlo arrodillar ante el jefe político, y proclamarse el más discreto y obediente de sus esclavos”

Andrés Manuel, presumes ser un estudioso de la historia y con tristeza observo que sigues, al pie de la letra, los métodos del pasado. Es por eso que, al leer a Bulnes, no puedo dejar de lamentar profundamente la manera tan burda en que perviertes al Estado de Derecho para someterlo a tu voluntad.

Para instaurar tu presidencia imperial tenías ya el control del Congreso, por eso te propusiste lograr la captura del Poder Judicial que, de manera aberrante, el PAN y PRI te entregaron.

Con la aprobación de las reformas constitucionales a la prisión preventiva y al Poder Judicial, que impusiste al Congreso, creaste mecanismos “legales” para colocar tu voluntad por encima de la ley, para intimidar, controlar o castigar a quien piense distinto a ti y a quienes tienen la obligación de impartir la justicia en México.

El 6 de diciembre de 2018 lograste, con tu mayoría parlamentaria y con la complacencia de las dirigencias nacionales de PAN y PRI y sus legisladores, la aprobación de la Reforma Constitucional al artículo 19, que amplía el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva, violentando derechos humanos y concediendo al ministerio público, y al poder en turno, una desproporcionada y perturbadora potestad para coartar el derecho a la libertad y pisotear la presunción de inocencia.

Las implicaciones de una reforma de esta naturaleza son devastadoras: sabes que no hay nada más sagrado que la libertad y te adjudicaste el poder para encarcelar a cualquiera, de manera injusta, sin elementos, ni razones legales, antes de que se realice un juicio. Los ciudadanos perdieron el derecho a demostrar su inocencia en libertad. Por un periodo de tiempo conveniente a tus intereses, cualquiera puede ser encarcelado y, aunque sea liberado después de un proceso y una sentencia absolutoria, la extorsión política sufrida y el daño a su reputación serán irreparables. Es lamentable verte tan cerca de Porfirio Díaz y tan lejos de Juárez.

Imagino, por ejemplo, cómo se puede utilizar esta nueva y ahora legítima forma de presión para intimidar a la oposición, para llevar a cabo vendettas personales contra quienes se te opusieron o agraviaron en el pasado o, incluso, para obligar a renunciar a gobernadores, alcaldes, magistrados o ministros de la Corte.

Esta es la terrible potestad que te obsequiaron los partidos de siempre, al haber aceptado respaldar, por medio de negociaciones tradicionales, una iniciativa que vulnera los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, y que les impide defenderse en libertad frente a falsas acusaciones. Me parece terrible y absurdo que te hayan facilitado el abuso de poder de manera tan ingenua, por decir lo menos.

Esto no fue suficiente para ti y avanzaste hacia tu siguiente objetivo: la captura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tenías ya el control del Poder Legislativo, así que decidiste atacar la autonomía del Poder Judicial.

La primera señal de sumisión la dio el ministro Arturo Zaldívar, Presidente de la Corte, al avalar la consulta popular para decidir si se enjuiciaba o no a los expresidentes. Lo hizo, primero, ignorando el hecho de que la justicia no se consulta, se hace valer; y, segundo, ante lo deficiente de tu solicitud, decidió hacerte la chamba y reformular la pregunta, en lugar de aplicar la ley y desechar tu petición.

Siguió la reforma constitucional al Poder Judicial, elaborada dentro de cuatro paredes por el ministro presidente, sin consultarla con ministros, magistrados, jueces, ni especialistas del derecho, pero sí avalada por ti.

La reforma vulnera el principio de división de poderes y violenta la justicia, porque termina de golpe con la independencia de jueces, magistrados y los somete a un Consejo de la Judicatura, controlado por ti, a través del presidente de la Corte y de consejeros ajenos al Poder Judicial.

La reforma en sí, representa un grave retroceso para la impartición de la justicia, y la forma en que lograste su aprobación es un ejemplo más de cómo dominas las prácticas del pasado. Simulas sustituir al viejo régimen, pero actúas de la misma manera.

El presidente de la Corte solicitó a dirigentes de partido, legisladores, así como a gobernadores, que apoyaran la aprobación de la Reforma Constitucional y, éstos últimos, sin conocerla de manera suficiente, aceptaron, obsequiosa e ingenuamente, dar su aval, siguiendo la más tradicional y sumisa de las formas.

Esta reforma, que representa un verdadero acto de subordinación política y evidencía la falta de claridad en el rumbo que se desea para la nación, fue aprobada por el Senado, el 27 de noviembre pasado, gracias a que PRI y PAN —con cuatro excepciones—, tomaron la decisión de ponerse a tu disposición.

Así, luchando en el discurso y entregando en el Congreso, ¿cómo pretenden rescatar al Estado de derecho? ¿Cómo van a salvar a México de la dictadura que con tanto ahínco denuncian? Hablo del Estado de derecho que ya violentaste, en el que ingenua y torpemente, sumaron votos quienes en el discurso se dicen oposición, pero en los hechos han respaldado tus iniciativas para lastimar la división de poderes y la justicia del país.

Recuerdo que el 1 de diciembre pasado, al cumplir dos años de gobierno, dijiste: “hoy se cuenta con Estado de derecho”. Desde luego, es cierto, el que conviene para someter a tus reales o imaginarios adversarios, el que diseñaste a conveniencia, el que sirve a tus intereses, el que las fuerzas políticas tradicionales, que operan por nota y sin partitura, te obsequiaron sin siquiera entenderlo.

Espero seas consciente que los héroes patrios, los personajes a los que haces referencia en tus discursos por su compromiso republicano y su devoción por la democracia, hoy estarían frente a ti, estarían combatiéndote.

Andrés Manuel, has incurrido en omisiones, errores y excesos imperdonables; espero al menos tengas claro que lo que le estás haciendo a la justicia en México es un acto de traición a la patria.

De esto, la historia no te absolverá.
Atentamente,
Ciudad de México, febrero 21 de 2021.
Dante Delgado
Senador de la República